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La persistencia de la memoria, análisis de esta obra

Salvador Dalí fue uno de los artistas más importantes del pasado siglo XX, un auténtico genio que cultivó la pintura, la escultura y la fotografía, logrando hacerse un nombre como artista no solo en España, sino en todo el mundo. Su influyente obra surrealista, fuertemente basada en sus propios sueños y pesadillas, le sirvió para llegar a los museos más importantes del mundo, y para colaborar incluso con cineastas como Alfred Hitchcock, con el que elaboró todo el diseño de arte de una escena de su mítica película Spellbound. Dalí fue un artista diferente y excéntrico pero genial, y son muchos los que se acercan a conocer su casa en Cadaqués, en España, donde vivió con su esposa Gala durante toda su vida, y donde tiene parte de su obra en un museo particular. El resto está repartida por todo el mundo, desde París hasta Nueva York.

De hecho, es en la ciudad norteamericana donde encontramos uno de los cuadros más populares e interesantes del genio catalán. La Persistencia de la Memoria lleva años expuesta en el MoMA, el museo de arte contemporáneo más importante del mundo, y es que es una de las pinturas más destacadas de Dalí, siendo él a su vez una de las bases de todo el modernismo en la pintura, a través de las vanguardias, y en su caso, el surrealismo. La imagen de este óleo sobre lienzo, que es bastante pequeño pero tiene una importancia significativa, es tremendamente conocida y se ha convertido casi en un símbolo para demostrar la futilidad del tiempo. Dalí desarrolló su arte desde muy pronto, y esta fue una de sus primeras pinturas, un cuadro con mucho trasfondo en el que se pueden realizar diferentes lecturas. Nosotros vamos a conocerlo más profundamente.

Autor y contexto histórico

Salvador Dalí nació en Figueras, una localidad catalana al norte de Barcelona, en 1904, y pronto demostró tener un talento inusual por la pintura y el arte. De hecho, la obra que tenemos entre manos fue pintada cuando el artista contaba solo con 27 años de edad. Desde que era bien joven, Dalí se interesó no solo por el dibujo, sino también por las ciencias, especialmente la psicología y la física, siendo un gran seguidor de Freud y de Einstein, una dualidad que reflejaría en sus cuadros, aunque parezca extraño reconocerlo. El artista se convirtió en uno de los puntales del surrealismo que recorrió Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, un movimiento de vanguardia que buscaba romper con todo ese arte anterior para abrir las posibilidades a los artistas y llevar esa visión diferente y no academicista mucho más lejos.

Dalí dibujó este cuadro en 1931, siendo una de las primeras obras que le hicieron destacar. Ni siquiera había cumplido los treinta, pero ya había empezado a mostrar su talento. La obra está enmarcada en el surrealismo, ya que parece una auténtica imagen de ensueño, una visión onírica en la que los relojes, símbolos del tiempo, se derriten sobre una playa de Cadaqués. En aquellos años, el artista estaba muy interesado en esas nuevas vanguardias pictóricas, y además también seguía de cerca todos los avances que se estaban dando sobre la Teoría de la Relatividad, que también fue muy influyente, como el mismo reconoció, a la hora de realizar esta pintura. Sin lugar a dudas se trata de uno de sus cuadros más reconocidos, y ha sido utilizada y homenajeada en multitud de ocasiones, por ser una imagen tan poderosa.

Características de La persistencia de la memoria

Se trata de un óleo sobre lienzo de apenas 24 x 33 centímetros, muy pequeño, pero tremendamente detallado, lo que da una imagen de la precisión de Dalí. Si bien en su alma tiene una visión muy diferente a la tradicional, su trazo es academicista por completo, increíblemente preciso, hasta para los más pequeños detalles, como las hormigas de la parte izquierda del cuadro. La ambientación onírica se consigue con la combinación de sombras y colores muy vivos, además de por las propias figuras que aparecen en el dibujo, que no tienen una aparente relación entre ellas. De hecho, se ha discutido mucho sobre qué tipo de animal, real o fantástico, puede ser la criatura tendida en la arena y “arropada” con uno de esos relojes que se derriten. Muchos afirman que no es una criatura, sino el perfil de un rostro.

El cuadro es puro simbolismo, pero igualmente supone también una imagen muy potente de por sí, por esa belleza del propio paisaje marítimo, en contraste con las figuras de los relojes que se derriten sobre las superficies. Todos marcan la misma hora, aproximadamente las seis, y se asume que está atardeciendo, por el color propio que tiene el cuadro, aunque al ser una imagen onírica, esto también puede ser debatido. El propio Dalí afirmaba que su misión era hacer cuadros que fueran como fotografías de sueños. Y desde luego, con Los Relojes Blandos lo consiguió, siendo una de las primeras obras que le dieron a conocer de manera masiva.

Qué nos cuenta esta pintura

El tema principal del cuadro es el paso del tiempo, y cómo nos afecta tanto físicamente como también a nuestra propia memoria. Igual que el tiempo, igual que nuestra carne, la memoria también es futil y acaba perdiéndose entre las brumas del propio paso del tiempo, derritiéndose nuestros recuerdos como estos propios relojes blandos que aparecen en el cuadro. Dalí se basó en el queso camembert para darle esa sensación de ternura, y logró adaptar estos relojes a las diversas plataformas del cuadro de una manera magistral, dando igual si estaban sobre una criatura o sobre la rama de un árbol, suspendida y colgando.

El artista tenía mucho interés en la teoría de la relatividad que Einstein estaba desarrollando en aquel momento, y que cambió para siempre la manera en la que entendemos el tiempo y el paso del mismo. Su obsesión por la memoria y por las imágenes y recuerdos, mezclados muchas veces con lo onírico más que con lo real, también aparecen como tema en este cuadro, que ya daba pie a muchas de sus obsesiones más primarias, más especiales, las mismas que luego fue desarrollando con el paso del tiempo en otros cuadros. El óleo se encuentra en el MoMA desde 1934, cuando llegó por primera vez allí.