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Conceptos básicos del dibujo

Dibujar es para muchos un hobby, un entretenimiento que les hace sacar su lado más creativo, desconectar del resto del mundo y disfrutar relajándose con un pincel o un lápiz en la mano. Hay muchos que practican el dibujo por pura afición, pero para otros es mucho más, una verdadera pasión que sueñan con convertir en su profesión, en su auténtica vocación. El dibujo es todo un arte, por más que algunos piensen que cualquiera puede llegar a dominarlo solo con algunas clases. Como con cualquier otra disciplina, se necesita de mucha experiencia, pero también de obtener los recursos adecuados para poder desarrollar correctamente todo el talento que podamos tener. Hay persona que nacen con una capacidad innata para dibujar, por sus condiciones psicológicas o por la forma en la que ven el mundo. Sin embargo, ni siquiera esos “dotados” lo van a tener fácil para dominar por completo este arte.

Y es que para llegar a ser un buen dibujante se necesita muchísimo trabajo, sobre todo si queremos hacer de esto algo profesional. Lo bueno que tiene el dibujo es que conforme vamos aprendiendo y avanzando, todo eso se nota en nuestros trabajos, alcanzando una maestría que creíamos imposible solo unos meses atrás. Como en cualquier otro arte, hay que empezar desde lo más básico para construir nuestra fórmula perfecta hasta llegar a dominar por completo todas las herramientas necesarias. Y en el dibujo hay ciertos conceptos básicos que, o se entienden a la perfección desde el principio, o supondrán un problema para nuestro aprendizaje. Son conceptos tan familiares que en muchas ocasiones damos por hecho que entendemos lo que representan, hasta que nos lo preguntan y… En este artículo vamos a hablar de cinco de ellos, seguramente los más importantes dentro de cualquier obra artística, para poder dibujar con conocimiento de causa y facilitarnos mucho esa misión.

La forma

Dentro del dibujo, se llama forma al contorno de cualquier objeto que dibujemos, para crearlo a imagen y semejanza de un objeto real, o modificando precisamente su forma para conseguir un efecto especial en nuestro dibujo. La forma tiene que ver con el volumen y el contorno del objeto en sí mismo, pero también en comparación con los demás. Por eso está estrechamente ligada a la perspectiva y a la proporción. En realidad, estos conceptos se nutren unos a otros, porque son parte de la misma base, la que nos permite dibujar de una manera eficiente todo aquello que tenemos delante, o en nuestra imaginación. La forma ha sido siempre una de las principales guías para desarrollar un estilo u otro en el mundo de la pintura, ya que no es lo mismo analizar las formas de Picasso que las de Velázquez o las de Andy Warhol.

La línea

En dibujo, la línea es el trazo, la marca que realizamos en el lienzo o en el papel desde que posamos el pincel o el lápiz sobre él hasta que lo levantamos. Hay líneas más complejas y otras más simples, peor se podrían considerar como la forma más básica para desarrollar la estructura del dibujo, si obviamos los puntos que, normalmente, acabarán formando parte de estas propias líneas. Podemos dibujar con líneas rectas, curvas, diagonales… Adaptando cada estilo a lo que buscamos conseguiremos que, a través de estas líneas, el dibujo cobre vida. Son muy importantes porque representan la forma más básica de ese dibujo que tenemos en mente, una especie de bosquejo, que debemos tener muy claro cómo desarrollar antes de empezar a pintar.

Perspectiva

La visión que tenemos del mundo como seres humanos nos llega en tres dimensiones. El alto, el ancho y la profundidad. Esta última dimensión es importantísima para dotar a nuestros dibujos de ese realismo que buscamos, o tal vez de la función surrealista y mágica que queremos darle. La perspectiva tiene que ver no solo con la creación de esa tercera dimensión, sino con el punto de vista que tenemos al crear el cuadro. Si estamos pintando un paisaje marítimo desde una colina, la perspectiva que tenemos se plasmará en el cuadro de manera natural, colocando cada objeto en su lugar dentro de la imagen. Estamos trabajando en una superficie plana, correspondiente a un lienzo o a un papel, pero gracias a los trucos de la perspectiva conseguiremos dotar de amplitud y tridimensionalidad ese dibujo, si es lo que queremos.

Proporción

La proporción es otra de las grandes herramientas de las que disponemos cuando estamos pintando, sobre todo para dotar de realismo a nuestra obra. Sabemos que una persona es más pequeña que una casa, así que si las pintamos juntas, sin que la figura esté más cerca que el edificio, deberíamos mantener la proporción adecuada para que el dibujo tenga sentido. La proporción se utiliza para mantener el realismo, pero también puede ser un recurso perfecto para conseguir que la figura que hayamos dibujado parezca más grande, un efecto que comparte con la propia perspectiva, ya que dependiendo del ángulo y de la proporción, la misma figura puede tener un tamaño u otro, o aparentar ser más grande o más pequeña que todo lo que le rodea.

Luz y sombra

Por último, la luz y la sombra son recursos imprescindibles si queremos llevar nuestro dibujo un paso más allá en su realismo y en su calidad. En nuestro mundo todo está supeditado a la luz, ya sea solar o artificial, que a su vez genera sombras al entrar en contacto con un cuerpo sólido y opaco. La sombra se suele utilizar como herramienta para genera también esa sensación de dimensionalidad, apoyando la propia perspectiva. Conocer la forma en la que el sol, o cualquier fuente de luz, se irradia sobre un cuerpo, nos permitirá crear dibujos mucho más espectaculares, creando sombras sobre ese propio cuerpo a través del oscurecimiento del color, o del propio trabajo del lápiz. La luz dotará de toda una belleza singular y un color diferente a nuestra composición.